El caso Daniel Sancho y las 3 lecciones clave para empresarios en el extranjero
En agosto de 2024, un tribunal tailandés condenó al español Daniel Sancho a cadena perpetua por el asesinato y descuartizamiento del cirujano plástico colombiano Edwin Arrieta. El crimen ocurrió en la isla turística tailandesa de Koh Pha Ngan, más conocida por sus fiestas de luna llena que por casos penales de alto perfil.
El caso acaparó una enorme atención mediática—especialmente en España—no solo por sus detalles macabros y picantes entresijos, sino también por su vínculo con el mundo del espectáculo: Sancho es hijo y nieto de reconocidos actores españoles. Pero más allá del morbo y del drama judicial, este caso ofrece importantes lecciones para cualquier persona que haga negocios en el extranjero, incluso en jurisdicciones como China.
Uno de los elementos más reveladores—y aleccionadores—fue la decisión de Sancho y su familia de poner la dirección de su defensa en manos del equipo de Marcos García-Montes, conocido como el abogado de las estrellas. Aunque sin duda experimentados letrados, parecían estar desubicados en el contexto tailandés, lo cual ilustra claramente lo que puede (y probablemente va a) salir mal cuando se trata de navegar un sistema legal ajeno usando herramientas familiares.
Las suposiciones pueden ser peligrosas—y costosas
La imprudencia de Sancho antes y después del crimen sugiere que pudo haber creído que la policía tailandesa tendría dificultades para vincularlo con la desaparición de Arrieta—o que simplemente no prestarían demasiada atención. En la práctica, las autoridades tailandesas actuaron de forma rápida y eficaz.
La lección para los empresarios es clara: nunca asumas que un sistema legal extranjero es débil, indulgente o ineficiente. Un país puede parecer burocrático, subdesarrollado o corrupto en la superficie, pero eso no significa que sus instituciones no funcionen—y menos cuando hay extranjeros de por medio.
Tampoco des por hecho que los extranjeros serán tratados como locales. Normalmente no lo son. De hecho, suelen estar bajo mayor escrutinio. Lo que podría resolverse de manera informal para un ciudadano local, puede convertirse en un problema grave para un extranjero. Los dobles raseros son la norma en muchos contextos internacionales.
Cuando hay problemas, busca asesoría legal local y especializada
Cuando surgen problemas legales en el extranjero, tu prioridad número uno debe ser encontrar asesoría legal local, especializada y con experiencia. La familia de Sancho debería haber buscado de inmediato representación de un bufete tailandés de defensa penal con buena reputación. Si la familia se sentía incómoda tratando directamente con el sistema legal tailandés, tendría sentido contratar a un abogado español de confianza como intermediario—pero esa persona debe tener un rol secundario y de apoyo a los abogados del país.
Como advirtió Frank Cuesta, español residente en Tailandia y comentarista habitual del caso, "Tú puedes contratar al mejor abogado de España, pero es que da igual: en Tailandia necesitas ayuda."
Este principio también se aplica en casos menos mediáticos. Un abogado de cabecera en tu país puede participar del proceso para identificar y evaluar abogados locales, pero no puede reemplazar a quienes conocen las leyes, procedimientos y normas profesionales del país desde dentro.
Además, el abogado local debe estar especializado en el área relevante del derecho. Trabajamos con excelentes abogados en todo el mundo, pero la gran mayoría estaría completamente fuera de lugar en un caso penal, igual que incluso los mejores abogados corporativos de Estados Unidos probablemente no servirían de mucho en un caso penal, incluso si en el pasado han trabajado en esos temas.
Un abogado ético admitirá cuando algo está fuera de su campo y buscará orientarte hacia un especialista en la materia. Pero no todos los abogados son tan francos—por eso es fundamental que tú y tu asesor de confianza hagan las preguntas correctas para asegurarse de que están en manos adecuadas.
Y, por lo general, los abogados en el extranjero que están más enfocados en lo internacional—con sitios web pulidos, buen inglés jurídico y facilidad para tratar con clientes extranjeros—no suelen ser abogados penalistas. No es que sean menos capaces en lo suyo, pero probablemente no son los adecuados cuando lo que está en juego es una responsabilidad penal.
Respeta la cultura local—especialmente a las autoridades
Pocas cosas dañan tanto a un extranjero como faltar el respeto a las instituciones locales. Desafortunadamente para él, esta realidad básica tampoco fue comprendida por el entorno de Sancho.
En una entrevista en televisión española, el abogado García-Montes criticó abiertamente a la policía tailandesa y se burló de Surachate Hakparn, subdirector de la policía nacional tailandesa, conocido como Big Joke:
Que le pregunten al superpolicía Big Joke por qué le han detenido y por qué está investigado. Aquella esperpéntica, heterodoxa e ilegal reconstrucción de hechos en la que no hubo ni abogado, ni juez, ni fiscal, en la que se le dijo a Daniel lo que tenía que hacer, evidentemente es nula. Y en el informe de 60 páginas que hemos elaborado se declara prueba ilícita todo lo realizado ante la Policía.
Es cierto que posteriormente Big Joke fue destituido sin pensión por supuestos vínculos con una red de apuestas ilegales. No obstante, atacar públicamente a un alto mando de la policía tailandesa mientras tu cliente está siendo juzgado en Tailandia es, como mínimo, una mala estrategia.
Para empeorar las cosas, García-Montes también minimizó el hecho de que su cliente descuartizó a la víctima:
Comprendo que públicamente el descuartizamiento es explosivo, es el efecto champán, pero esto, como abuso de un cadáver, no es una violación ni un delito contra una persona; es, según el Código Penal tailandés (también el español), una profanación de cadáver que tiene pena de un año que ni se cumple.
Este tipo de comentario puede tener cabida en un debate académico, pero cuando se usa para defender a alguien que realmente cometió el acto, corre el riesgo de parecer que se intenta restar importancia a uno de los aspectos más horribles del crimen.
Ya sea en un proceso penal o en una disputa comercial, lanzar comentarios que pongan en duda la integridad de jueces, fiscales o policías puede socavar gravemente tu posición. Lo mismo ocurre con declaraciones que insinúan que el sistema legal del país es corrupto, anticuado o inferior al propio.
No solo estás insultando un procedimiento—estás insultando una identidad nacional. Y eso casi nunca acaba bien.
Esto debería ser obvio, pero como demuestra el caso Sancho (y muchos otros), claramente no lo es.
Reflexión final: Aprende la lección antes de que sea demasiado tarde
El caso de Daniel Sancho es excepcional por sus hechos—pero las dinámicas subyacentes no lo son. Empresarios se meten en problemas en el extranjero con frecuencia porque:
- Asumen que el sistema no los va a alcanzar.
- Confían en los asesores erróneos.
- O alejan a las personas que podrían ayudarles a resolver la situación.
La buena noticia es que estos errores son totalmente evitables. Si tomas el tiempo para entender la realidad local, identificar asesoría confiable y especializada, y te acercas a los sistemas legales extranjeros con humildad y respeto, puedes evitar el desastre—e incluso convertir desafíos en oportunidades estratégicas.
El caso Daniel Sancho y las 3 lecciones clave para empresarios en el extranjero
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