También conocida como manufactura aditiva, la impresión 3D es una tecnología que permite construir objetos a partir de un diseño digital, utilizando capas sucesivas de material hasta alcanzar una forma deseada. Factores como patentes caducadas, componentes más baratos, software abiertos y robótica, han tenido gran influencia en el desarrollo y la adopción de esta tecnología, la cual ha sido utilizada comercialmente desde los años noventa, de manera progresiva, en distintas operaciones como prototipado y fabricación de moldes y herramental, de partes finales y de elementos para uso personal, cuya aplicación es la más reciente

Entre sus principales ventajas, se encuentran la reducción en el número de operaciones del proceso de diseño y manufactura y, con esta, la reducción en costos, de tiempos en los ciclos de innovación, de residuos en el proceso de producción y la contribución a la personalización de objetos.

La primera patente concedida para esta tecnología tuvo lugar en 1986. El inventor es el estadounidense Chuck Hall, fundador de la compañía 3D Systems, líder mundial en el sector. La adopción inicial de la tecnología la hizo un pequeño grupo de empresas, debido a sus altos costos, y solo hasta finales de la primera década del siglo XXI se lograron equipos comerciales con precios por debajo de los 10.000 dólares. Actualmente, se encuentran en el mercado impresoras para uso no industrial desde 2.000 dólares.    

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